miércoles, 4 de mayo de 2016

Dependiendo el sapo...



“Dependiendo el sapo es la pedrada” dice mi padre, aunque generalmente se refiere a cuánto alcohol servirá en el vaso de alguien; hay de gargantas a gargantas. Tomando en cuenta el posteo anterior, la cosa es que, se toma uno las cosas de quien vienen, o al menos así deberíamos hacer. Las ofensas duelen dependiendo de quien es el remitente, obedeciendo a la cercanía que tenemos con el agresor.

Como me comentaba un buen amigo, no va uno a pasarse la vida esperando cosas de gente de la que no tendríamos que esperar nada, sería muy estúpido. Pero las pedradas duelen dependiendo de quién es el sapo que las avienta.

Y puede ser uno consciente de que ciertas personas muy cercanas son como son y que no deberíamos esperar más que groserías de su parte, puede hacerse uno a la idea de que así si esa mujer es tu madre y te parió con dolor, es capaz de actos infames y malaleche hacia ti. Puedes ser totalmente consciente de ello, y decir incluso: “de ella sólo espero groserías, no espero nada bueno”.

La cosa es que, aun si crees estar preparado para resistir ciertas actitudes, éstas llegan por sorpresa, te toman con la guardia baja y la armadura guardada y se incrustan en tu estómago golpeando donde no esperabas.

Y sí, las cosas te las tomas de quien vienen. Y por más que lo racionalices, las ofensas de tu madre te siguen haciendo daño.

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