lunes, 20 de octubre de 2014

Secretos... verdades.

Siempre he sido bueno para guardar secretos. No sé por qué, pero si alguien me cuenta algo y me pide que no se lo diga a nadie, lo hago. Así nada más. Eso me pidió, eso hago. No tengo por qué contarlo. Puede ser un asunto de lealtad, tal vez. Incluso me ha pasado que guardo mejor ese secreto que su propio dueño; y mientras yo soy una tumba, él ya lo había esparcido por varias bocas más. Esto es en caso de que me soliciten guardar el secreto, que si no, yo soy muy chismoso. Podría decir comunicativo: si sé algo, te lo cuento, y espero que tú igual me platiques lo que sabes. Información es poder, dicen por ahí. Que si la prima ya se embarazó, o la embarazaron. Que si al tío lo han corrido de su casa por que le descubrieron a la amante - lo de la amante ya muchos lo sabíamos, pero hay cosas que a ciertas personas no se le cuentan, y generalmente, el implicado se entera al final -. Que si el sobrino va a repetir el año en la preparatoria, porque se la pasaba sin entrar a clases. O que si a la tía la asaltaron cuando fue a comprar el regalo para su hijo. Es información familiar. Son chismes esenciales en la dinámica de la familia. Porque además, todos dan por hecho que están todos enterados, que estamos todos enterados. A poco no sabías, uuuuy si de eso todos se enteraron.  Gracias al chismorreo familiar no tuve que contarle, ni explicarle a nadie, que me había separado, que me habían dejado, para ser más exactos. Una semana después ya todos lo sabían. Un alivio. Que no estaba yo con ganas de que me cuestionaran al respecto. Y que igual y me preguntan y me pongo a chillar, quien sabe, estaba muy fresco el chingadazo. Las preguntas vinieron meses después. Y es que claro, todos queremos saber los detalles: ¿Por qué se dejaron? ¿La engañaste? ¿Te dejó por otro? ¿Andabas de cabrón, verdad?, no te hagas pendejo si todos los hombres son iguales. ¿Y van a regresar? Necesitamos llenar ese hueco de información que surge al conocer la noticia central. ¿Por qué? Pero en el inter, siempre es divertido llenar el agujero con las propias teorías, con lo que yo pienso que pasó. Que si se encontró a otro acomedido, porque como yo le daba tanta libertad, siempre algo pasa. Que si yo andaba con una alumna o una maestra, o ambas al mismo tiempo y me cachó. Que si la diferencia de edad. O que si la manga del muerto. Incluso hay versiones que tienen mucha más validez que la verdad, que se arraigan en el inconsciente familiar mucho mejor, con más fuerza.


Y es que hay verdades tan sosas, tan parcas. Grises verdades que se pierden, que no tienen chiste. Al parecer, todos aderezamos nuestras verdades, para que se vean mejor cuando las contamos, cuando somos nosotros el protagonista de una anécdota. Debemos vernos bien, o lo mejor posible. Lo gracioso es cuando le caes a alguien en su exaltación de sí mismo. Cuando sabes que esa fantástica aventura tiene más de ficción que el StarWars, porque estuviste presente, atestiguando la realidad. Si decides callar o evidenciar al mentiroso es una elección, que haces, dependiendo de quien es ese mentiroso. Quiero o no quiero exhibirlo. Siendo sincero, soy muy crédulo. Antes, cuando desconocía todos estos asuntos, mucho más. Pero se puede decir que sigo siéndolo. Es causa y efecto. Soy crédulo porque soy sincero. Como no se me da eso de andar inventando y torciendo las cosas, la realidad, pienso que los demás hacen lo mismo: el león cree que todos son de su condición, para bien o para mal. Será que nunca me he sentido el héroe de nada, el héroe de nadie.

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