No tengo un tipo de mujer. Lo que se conoce como un tipo de
mujer. Como cuando dicen que a fulano le gustan flaquitas o güeras o de
cualquier otro tipo. Simplemente me gustan las mujeres. De todos tipos. Y es
obvio que no estoy diciendo que me gustan todas las mujeres, pero puedo ser
atraído físicamente lo mismo por una alta, que una bajita; una morena, rubia,
pelirroja o trigueña. Delgada, “llenita”, gordita o de complexión media. Llena
de curvas o sin una sola. Con 10 años menos o 10 años más que yo. No tengo una
predilección. Me sorprendo admirando mujeres bellas de todos tipos.
La cosa es que me di cuenta de que sí tengo un tipo de mujer.
Sólo que no es un tipo físico: Que tome, me refiero a que sea bebedora social,
tampoco quiero una alcohólica, no quiero que hable de que tomar es malo; pero que no fume, no tolero el olor a cigarro que queda
impregnado en ropa y rostro, el maloliente tufo que arruina un beso. Que sea
librepensadora: no toleraría a una homófoba o conservadora, a una persona llena
de prejuicios. Que sea libre de decir lo que sea que pase por su cabeza. Con
quien pueda hablar de cualquier tema, simplemente por el placer de hacerlo. A
quien le puedo comentar cualquier cosa que se me ocurre. No podría yo estar con
una fanática religiosa, o de cualquier tipo, pero menos religiosa. Que hable
con libertad, y que al igual que yo, esté en contra del concepto de “malas
palabras”: que por ejemplo, pueda conjugar todas las posibles combinaciones de
“la chingada”, y claro, usarlas adecuadamente. Que le guste el cine, el buen
cine: que al menos tenga noción de quien es Darren Aronofski. Que entienda, que su vida es suya y la mía es
mía, y simplemente decidimos vivirlas juntos.